jueves, 25 de octubre de 2012



NI CIVILIZACIÓN NI BARBARIE, UNA NACIÓN PARA TODOS...

 
INTRODUCCIÓN:
1) Contextualización general
En esta época, 1830, la mayoría de la población de nuestro territorio se encontraba en la campaña pero la baja densidad de habitantes determinaba que estas tierras estuvieran despobladas, por lo tanto, existía una escasa urbanización.
La región presentaba debilidad en el mercado interno, en el transporte y las comunicaciones. La economía estaba basada en la explotación ganadera extensiva, aprovechando las condiciones naturales del lugar -latifundios-. La agricultura era mínima, ya que lo que más se consumía eran las carnes y la industria se limitaba a algunos saladeros. Por otro lado, el comercio exterior se convirtió en el gran recurso teniendo como punto estratégico el puerto de Montevideo.
Las guerras revolucionarias acentuaron el desorden en la propiedad de la tierra y del ganado, no existían los títulos ni la propiedad privada, muchos de los propietarios españoles emigrados.
Si bien el nivel cultural era muy bajo, la mayoría de la población era pobre, analfabeta e inculta; existía un grupo de intelectuales influenciados por las ideas europeas, que conformaban una élite.
En el territorio nacional existe un dualismo insoluble:
·        Montevideo - Campaña
·        Ciudad europeizada- Campaña semibárbara
·        Ciudad comerciante- Campo productor
En consecuencia, en el campo se gestó un clima de hostilidad hacia la ciudad: era el lugar desde el cual venían las órdenes y las trabas a una libertad personal, considerada como el máximo valor. El mayor exponente de esto fue el gaucho.
Por otro lado, la ciudad abierta al mundo a las influencias ideológicas y de la moda europea, miró a la campaña como sede de barbarie y al gaucho como sede del indígena salvaje que debía desaparecer para que “la civilización” se asentara definitivamente en la Nación. Ello implicaba orden, autoridad y sujeción a la voluntad de los hombres cultos de la ciudad. De esta convicción nace la Constitución de 1830, como instrumento de orden, perfecta en el papel pero inadecuada a la realidad social a la que pretende aplicarse.
Ningún gobernante uruguayo de estos años llegó a pensar en términos exclusivamente orientales, de allí la “internacionalización de los partidos” y el hecho de que el partido precediera a la Nación.
Los países vecinos intervinieron ampliamente en la política nacional apoyando a caudillos o doctores, a gobiernos o revolucionarios, para fomentar situaciones que justificaran su intervención y un posible establecimiento definitivo.
Recién en la Guerra Grande (1839-1851), se tomó conciencia del peligro y se  comenzó a transitar por la senda de la nacionalidad uruguaya.
Retomando lo dicho anteriormente, el gaucho como tipo social se expresó a través del caudillo (figura de la revolución americana).
“El caudillismo en América fue la expresión social y política primitiva y elemental de la voluntad popular que aparece en la etapa postrera del régimen de Indias, al producirse la crisis originada por la acefalía de la Corona Española. Las circunstancias que concurrieron para determinar su advenimiento y supervivencia,  fueron comunes a las distintas regiones, pero cada uno de los caudillos reflejó en su vida, las características de la época, del medio geográfico en el que surgió y de su estado social” (Prólogo de Pivel Devoto)
Si bien se desarrolla este fenómeno en toda América, en cada región tiene una impronta diferente.
Según Alfonso X "El sabio", el caudillo debía contar con:
“Esfuerzo, maestría y ceso son tres cosas que convienen de todas maneras tengan los que bien quieren guerrear”.
“El caudillo debía ser un hombre de pueblo que descubre en un hombre, virtudes y rasgos en los que cada uno ve reproducidos los suyos propios o los que desea poseer. Cada componente de la masa se considera reflejado en la personalidad del conductor…” (Pivel Devoto)
     2) Primeras presidencias (1830-1838)
Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, la República nació con urgentes problemas que atender.
·        Había que reformular las diversas instituciones heredadas de las dominaciones pasadas y encontrar hombres idóneos para desarrollar las respectivas tareas.
·        Había que desarrollar una política exterior efectiva que obtuviera el reconocimiento oficial de “nuevo estado” y la ubicación precisa de nuestros límites geográficos.
 La elección del General Fructuoso Rivera (1830) como presidente no auguraba una pronta resolución de estos problemas. Fue un caudillo prestigioso, pero no tenía experiencia en cuestiones administrativas. Se sintió más cómodo en el campo y dejó el gobierno en manos de “doctores” que se enfrentaron a él, varias veces, contando con apoyo externo. En 1834 dejó su cargo para ocupar la Comandancia General de la Campaña (cargo creado por éste para su conveniencia).
 Lo sucedió en la presidencia el General Manuel Oribe (1835-1838). Educado en la disciplina militar, apegado a las normas sociales y legales. Fue la antítesis de Rivera: quizo ordenar la administración, controlar el gasto público y combatir el desorden; esto explica sus enfrentamientos. Lo acompañaron en su gestión: Giró, Pereira y Llambí, entre otros.
 La eliminación de la Comandancia General de la Campaña llevó a la revolución de Rivera y sus partidarios en 1836, dando lugar a un acontecimiento trascendente para nuestra Nación: la Batalla de Carpintería, a partir de la cual surgen las divisas:
“Del color de esa divisa (blanca) ha tomado su nombre popular el partido de Oribe. El partido colorado adoptó por consiguiente otra divisa para distinguirse de sus enemigos, singularmente en las funciones de guerra. Su primer color fue el celeste, tomado de la escarapela nacional, pero este color debilísimo en los tejidos en los que podían hacerse no resistía la acción atmosférica: de ahí vino la necesidad de cambiarlo, y se cambió naturalmente por el colorado, de mayor firmeza y que es el más común en las telas que se emplean en la campaña para forrar los ponchos (…)” (Manifiesto de Andrés Lamas, 1845).
 Oribe decretó el uso de una divisa blanca para “los defensores de las leyes”; Rivera adoptó una cinta colorada, usual en los ponchos. Así nacieron los partidos “blanco” y “colorado”.
 Se alinearon casi automáticamente: por un lado, Rivera, los unitarios argentinos y Francia; y por otro lado, Oribe, Rosas y los federales porteños (a ayuda de Rosas fue parcial porque se hallaba en conflicto con Francia). Se enfrentó un ejército colorado que avanzaba desde la campaña y una escuadra francesa hostil frente a la bahía montevideana, obligando a Oribe a renunciar a su cargo. Este enfrentamiento ideológico da lugar al conflicto bélico conocido como Guerra grande.
      3) Guerra Grande
 Comenzó a gestarse cuando Rivera derrotó a Oribe en junio de 1838 y le exigió su renuncia. Las influencias extranjeras y rivalidades partidistas y personalistas fueron preparando el ambiente.
 Etapas:
·        1era etapa: se desarrolló en territorio argentino y fue favorable a Rosas y Oribe. Pusieron sitio a Montevideo desde 1843 hasta 1851.
·        2da etapa: “Sitio grande” convirtió a Montevideo en “La nueva Troya” según Alejandro Dumas. Así quedó el país dividido en dos partes: Montevideo regido primero por Rivera y luego por miembros del partido colorado _Gobierno de la Defensa_ ; el resto del país dominado por Oribe y los blancos desde el _Gobierno del cerrito_ apoyado por Rosas.
 En Montevideo la mayoría de la población era europea, propagaron las costumbres, modas, idiomas, ideas políticas liberales, su literatura…sembraron la admiración hacia Europa.
 Oribe recibió críticas de sus propios partidarios: Berro, Acevedo y Giró quienes impulsaron la consolidación del partido blanco que defendía la nacionalidad contra las fuerzas extranjeras.
 El conflicto nacido entre dos hombres (Rivera-Oribe), se amplió a sus respectivos bandos políticos (colorados-blancos), se hizo platense al participar los unitarios porteños y Rosas, luego se internacionalizó al intervenir Francia e Inglaterra.
 El cansancio de la larga guerra presionó por la conciliación: 1851 “no habrá vencidos ni vencedores”. A punto de perder la independencia los orientales reaccionaron para conservarla. Aflora el sentimiento de nación y el proceso para consolidarla y nace la Política de Fusión, muchos coincidieron en una política que hiciera primar los intereses nacionales sobre los partidarios. Este es el objetivo del Manifiesto de Andrés Lamas (1855), que condenando a las divisas y al caudillismo procuraba asegurar el predominio del núcleo dirigente urbano de los "doctores" sobre el medio rural anarquizado (los gauchos).
      4) Política de Fusión
Fragmento del manifiesto del Dr. Andrés Lamas, 1855:
      “Primero de todo preguntémonos, ¿qué representan esas divisas blancas y esas divisas coloradas? Representan las desgracias del país, las ruinas que nos cercan, la miseria y el luto de las familias, la vergüenza de haber andado pordioseando en los dos hemisferios, la necesidad de las intervenciones extranjeras, el descrédito del país, la bancarrota con todas sus amargas humillaciones, odios, pasiones, miserias personales.
     ¿Qué es lo que divide hoy a un blanco de un colorado? Lo pregunta el más apasionado, y el más apasionado no podrá mostrarme un solo interés nacional, una sola idea social, un solo pensamiento de gobierno en esa división. Mía es esa fórmula de la pacificación de 8 de octubre de 1851: “Ni vencidos ni vencedores”. Pero concebí entonces, como concibo ahora, la imposibilidad práctica de toda fusión mientras se conserven las antiguas denominaciones. Tan mala es una de esas divisas como la otra. Rompo pública y solemnemente esta divisa colorada, que hace muchos años que no es a mía, que no volverá a ser la mía jamás. No tomo, no, la divisa blanca, que no fue la mía, que no la será jamás. Repudiando las divisas, repudio la guerra civil representadas por ellas. ¿Cuál sería el programa del nuevo partido, del partido en que se reunieran los que dejen de ser blancos y los que dejen de ser colorados? Ante todo, el Estado Oriental del Uruguay es y será para siempre libre, independiente de todo poder extranjero. Jamás será el patrimonio de persona ni de familia alguna. Repetimos: no hay confianza, no puede haberla sin que salgamos del pantano de nuestros antiguos partidos, sin que nos unamos. Siempre habrá partidos: pero hagamos partidos pacíficos, legales, que representen cosas y no nombres…”

   DESARROLLO:
      Bernardo Prudencio Berro (Montevideo, 1799 - 1868). Poeta y político uruguayo, presidente de la República entre 1860 y 1864. Comenzó sus actividades políticas durante el gobierno de Oribe. Miembro del partido blanco, participó en los enfrentamientos que siguieron al derrocamiento de Oribe, tras los cuales fue elegido senador y, más tarde, ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores.
En 1860 se le nombró presidente, cargo que abandonó en 1864 a raíz de las luchas que mantenían el partido colorado y el partido blanco. En 1868, durante una sublevación protagonizada por su partido contra el predominio de los colorados, fue asesinado.
Su actividad literaria como poeta se desarrolló sobre todo entre los años 1824 y 1837. Sólo tres composiciones, aparecidas en El Parnaso Oriental (1836), fueron publicadas en vida del autor. Su poesía, de corte clasicista, tiene como modelos a los poetas barrocos del siglo XVII español; predominan en ella los temas filosóficos, morales, patrióticos, humorísticos y bucólicos. Una de sus mejores composiciones es la titulada Epístola a Doricio, que el poeta dedicó en 1832 a su amigo Doroteo García.
 “Francisco Acuña de Figueroa es el más importante poeta del periodo neoclásico. Pero ninguna composición suya tiene la altura, la redondez de tres poemas extensos de Bernardo P. Berro, un poeta accidenta alrededor de su treintena y un personaje sobre el que habrá de volver en otros dominios: la Oda a la Providencia, la Epístola a Doricio y la Epístola sobre el poder y la excelencia del amor, dedicada entonces a su amigo Florencio Varela. La mejor veta de la poesía eglógica del siglo XVIII brilla en ellos; el más claro y firme pensamiento de la ilustración europea habla por sus versos”.
      Junto a la poesía y la política, las ciencias naturales ocuparon buena parte de las ocupaciones de Bernardo Berro, seguramente por influencia de su tío Dámaso Larrañaga. En 1837 ingresó en la Comisión del Museo Nacional de Historia Natural; junto a Vilardebó e Isabelle, fue uno de los responsables de la excursión científica al Arroyo del Pedernal.        
      Esta obra, "El caudillismo y la revolución americana", consiste en plantear la polémica entablada entre Manuel Herrera y Obes y Bernardo Prudencio Berro, en la cual cada uno de estos políticos manifiestan su postura y defensa frente a las divisas centrándose en la figura del caudillo en nuestro territorio. Nos centraremos en la postura de Berro:
      Réplica a los “estudios sobre la situación”:
      Berro comienza haciendo una crítica al diario “El conservador”, diario oficial del gobierno unitario. Alega que no es una investigación profunda, sino que tiene un estilo hueco y rapsódico que causa gracia. “Poner el sentimiento en vez de la razón es de salvajes”, como conservador critica el uso del sentimiento, el lenguaje colorista y no el de la razón; elementos que no permiten llegar al descubrimiento de la verdad. Detrás de esos recursos Berro intuye que existe el temor por parte de Herrera y Obes de reflejar la realidad tal cual es, pretende distraer con el ruido y el ornamento de la oración.
      Censura la desmesura de los redactores del Conservador, critica su ideología y su estética ya que dice que es pura retórica y no poseen argumentos reales. Por lo contrario, propone un argumento empírico, organizado, una clasificación prolija. Utiliza un lenguaje directo y toma una premisa de lo expuesto por Julio Herrera y Obes y lo desglosa (página 69). Berro realiza su crítica a partir de la tesis planteada en el diario el conservador:
·        1-Presenta a América dividida en dos: por un lado, la civilización ubicada en la ciudad donde se produciría la revolución americana. Por otro lado, opuesto a esto, encontramos la llamada barbarie ubicada en el campo en donde se produce la reacción colonial. Del enfrentamiento de ambos elementos nacen las guerras civiles (Herrera y Obes hace una generalización planteando la realidad en extremos de blanco o negro, demasiado simplista, desconociendo la complejidad de la situación vivida en nuestro territorio)
·        .2- Montevideo defiende la civilización; el campo (“nosotros” según Berro) defiende la causa legal, la legalidad.
·        3- Rivera es expulsado después del triunfo de la civilización por servirle a esta, es el líder ( lo cual indica una gran contradicción)
·        4- Nos debemos a Europa, debemos seguir el modelo europeo para progresar (europeización)
       Prudencio Berro comienza por la segunda preposición: Montevideo defiende la civilización; el campo defiende la causa legal, la legalidad. Es decir, no cree en la diferenciación civilización- barbarie; ellos (los del campo) no se consideran bárbaros. No son, como dice el diario “masas incultas y fanáticas” sino que son los verdaderos ilustrados o doctores. Le molesta la postura injuriosa de Herrera al disfrazar la contraposición de esos dos términos con los de “saber” e “ignorancia” respectivamente.
       En su pensamiento ellos, los que al principio del diario denomina “barbarie” son los verdaderos ciudadanos fieles a su deber porque se pusieron de parte de la autoridad legítima, teniendo como representante a Oribe, quien para Berro era un caballero decente, arreglado y moral. Por lo tanto, los verdaderos bárbaros son los seguidores de Rivera, aquellos que se revelaron, rompiendo con el orden, la justicia y la política; serían el verdadero elemento reaccionario en esta lucha.
      ¿Si Oribe se hubiera impuesto en el poder, sería razonable que tantas personas dejaran todo para seguirlo? Berro responde a esto basándose en el documento “El defensor” donde reafirma su idea de que en realidad los que apoyan a Rivera son los verdaderos bárbaros. Este documento expone que vecinos de aquella ciudad declaran haber salido a contribuir con sus esfuerzos a la restauración de Poderes legales, y a la independencia de la patria. Por lo tanto, si seguir a Oribe fuera ilegal no hubiera ocurrido esto. Lo que comprueba que “El Conservador pretende revestirnos de toda la aspereza y ferocidad del hijo inculto del desierto.”
      Entonces, los rebeldes salvajes por sus características no representan elemento ninguno de progreso ni de civilización. Sí lo representan los seguidores de Oribe, quien tomó la presidencia de manera legal. (1835-1838)
      A diferencia de “Rivera, que como presidente o como General de campaña conmovía, relajaba y desestimaba el gobierno, sea en su parte administrativa, sea en su parte política. Para sus necesidades de caudillo, o para sus prodigalidades personales las rentas públicas eran devoradas por él sólo: y el gobierno de la Nación se constituía por su causa en su tesorero y centro de desorden y relajación perpetuos"
      Esta idea la reafirma Herrera cuando expresa sobre Rivera: “Acostumbrado a gobernar desde la campaña lejos del contacto de la parte más civilizada de la población: nutrido en esa omnipotencia de poder y facultades que le hacían dueño de vidas y haciendas sin consideración ni responsabilidad de ninguna especie: acostumbrado, en fin, a no mirar las formas legales sino como una pantalla, cuya sombra le convenía para ocultar la deformidad de su existencia política…”
      Aquí se aprecia un individualismo que Berro critica desde su perspectiva neoclasicista, y que lo hace rechazar en primer lugar la figura del caudillo.  Este autor consideraría desde su visión, que lo correcto es tener en cuenta al gobernar las necesidades y pensamientos de una colectividad, la cual estaría integrada, según él, por los denominados “doctores”.
      Berro se pregunta si hay algo en ese movimiento (la rebelión de Rivera) que pueda atribuirse a la acción del principio de la civilización. Respondiéndose a sí mismo que no lo hay, porque la verdadera revolución implica una emancipación no una reacción con intereses individuales. Por lo tanto, la figura del caudillo dice una cosa y hace otra, o sea tiene un doble discurso. No le da importancia a los intereses comunes de la sociedad sino a los suyos. La dominación de Rivera ha sido con un gran desorden, inmoralidad, brutal arbitrariedad, sin pensar en una buena administración, en el fomento de la ilustración, y menos en el progreso social. Como dijimos antes el tercer punto de la tesis de "El Conservador" era que Rivera fue expulsado del pais porque triunfó la civilización y por servirle a ella. Berro frente a esta afirmación expresa que Rivera y los salvajes unitarios son lo mismo, pues fue con ellos que impulsó la anarquía, la  rebelión y el desorden: "Con ellos se rebeló, con ellos combatió contra la autoridad legal, con ellos la derrocó echando por tierra la constitución y la soberanía del pueblo, se declaró poder absoluto de la Nación, con ellos también fue a subvertir el orden e introducir la anarquía en la republica Argentina, por ellos, por último se alió a la intervención europea vendiéndoles los intereses de la patria y de la América".
      Rivera pretendía sustituir el imperio de las cosas a la influencia de las personas y conquistar la estabilidad, dice que así se lograría la tranquilidad de los estados americanos. Por esto promueve la Revolución Americana afirmando que es un gran pensamiento, una gran necesidad para el progreso humano y para desarrollar el bien común en lugar del individual.
      Es el General de la regeneración americana, esto lo manifiestan en "El Nacional", número uno de su segunda época, redactado por Rivera Indarte y Andrés Lamas: "Bella es la vida del hombre que puede ofrecer en su sola individualidad la historia de toda una nación: nosotros recorreremos las épocas tempestuosas de nuestros primeros esfuerzos por ser libres, por ser hombres. Y el General Rivera se nos presenta siempre a la cabeza de esa cruzada de valientes (...)acaba de abrir una nueva época a su patria y esta época es fecunda (...) solo un genio sobresaliente, libre y sano como el suyo puede dar a estos países enlutados la felicidad que tanto merecen".
      Por lo tanto, "El Conservador" engaña, miente. Y la verdadera barbarie son Rivera y sus seguidores que son los que realmente utilizan y aplican la corrupción en estas tierras.
      Berro concluye diciendo que es totalmente falso que Rivera fue expulsado por efecto de un triunfo de la civilización y con el objeto de servirla; fue expulsado por propiciar la corrupción y no regirse por las leyes. Ellos no son bárbaros sino Herrera y sus seguidores porque insultan e injurian a su patria (América), disfrazando la contraposición con otros términos. Agrega  que disputas y choques hay en todos lados y que, "no es raro que los que saben menos hagan triunfar sus errores de los aciertos de aquellos que saben más". Con esta idea continúa manifestando que los bárbaros son Rivera y sus seguidores porque gobiernan una limitada zona de la Banda Oriental, en base a la rebelión cuando por ley, o sea, constitucionalmente el presidente es Oribe.
      La pregunta que se hace en la polémica es la siguiente: ¿cuál es el origen de esa gran mayoría nacional a que los salvajes unitarios dan el nombre de partido blanco? Berro responde a esto afirmando que son una masa porque el pueblo en su mayoría sigue al poder político. Éste no busca barbarie sino civilización, principios de orden y estabilidad. Todo esto, según Berro, se encarna en la figura de Manuel Oribe: caballero, noble, distinguido y con buenos antecedentes en oposición a Rivera quien es el "desorden, anarquía y ruina personificados".
      Recursos estilísticos en la obra:
·        Contrastes : civilización-barbarie
             Campo-ciudad
             Saber-Ignorancia
·        Comparación: “(…) con su jefe Oribe (así nos llama el Conservador) en una
               horda de bárbaros salidos del desierto, que quieren, en puro
               odio a la ciudad, arrojarse a ella como hienas a una presa
               que anhelan devorar” (pág.73).
               “(…) domar y carnear es tan concebible con el progreso
               como tejer telas y destripar terrones (…)” (pág.110)
·        Preguntas retóricas: “¿Cuál es el origen de esa gran mayoría nacional a
                     que los salvajes unitarios dan el nombre de partido
                     blanco? Ninguno hay que lo ignore. (…)”(pág. 74)
·        Uso de citas
·        Anáforas: “Defiéndase(…), defiéndase (…)” (pág. 72)
          “Con ellos (…), con ellos (…)” (pág.92)
          “(…) ¿por qué (…)?, ¿por qué (…)? (…)” (pág.102)
·        Hipérbaton: “Natural sería (…)” (pág.92)
            “Lucha no ha habido otra (…)” (pág. 93)
            “Tiempo hace (…)” (pág.105)
·        Paralelismo antitético: “(…) el fundamento contrario (…) el fundamento
                      mantenedor (…)” (pág. 104)
·        Metáfora: “ (…) ríos de sangre (…)” (pág. 120)
·        Personificación: “Llamó a la igualdad y a la ley a todos los hombres, ved la
                 Igualdad y la ley diciendo al son de los cañones: los
                 pueblos no son el patrimonio de los tiranos, la ley y la
                 igualdad para todos” (el Conservador, pág. 71).
                 “La América (…)” (pág.120)
·        Evocación (llamado de atención): “Oídlo (…)” (pág.120)
·        Ironía , tono irónico: “Estas cortas reflexiones (…)” (pág. 154)

     CONCLUSIÓN:
      Por lo expuesto sobre esta “polémica”, podemos concluir que si bien ni Julio Herrera y Obes ni Bernardo P. Berro estaban de acuerdo con la existencia ni la personalidad del caudillo aunque también tenían grandes diferencias en muchos aspectos ya mencionados.
BIBLIOGRAFÍA:

Ø     Nahum, Benjamín, “Breve historia del Uruguay independiente”, Editorial Banda Oriental.
Ø     Herrera y Obes, Manuel; Berro, Bernardo Prudencio, “El caudillismo y la revolución americana. Polémica”, 1966, Montevideo. Biblioteca Artigas, Colección de Clásicos uruguayos, volumen 110”.
Ø     Cuadernos de Marcha
Ø     Caetano, Gerardo; Rilla, José, “Historia contemporánea del Uruguay”, Editorial De fin de siglo.


GUIDAÍ GÓMEZ
BRENDA CASTRO
CLAUDIA MIRABALLES
LITERATURA URUGUAYA
PROF. FERNANDO SUÁREZ
3°4 LITERATURA
18/6/12
CERP DEL SUR
ATLÁNTIDA, CANELONES


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